ES EL MOMENTO DE UN GRAN PACTO NACIONAL.
El
mapa político que nos ha dejado las recientes elecciones del 24 de marzo,
cuanto menos nos deja expectantes. De un lado la llegada de nuevas fuerzas
políticas que irrumpen con mucha fuerza en la política nacional, siendo
Ciudadanos y PODEMOS con sus variantes las que más notoriedad en forma de votos
han cosechado.De otro lado el hundimiento de partidos consolidados como el
Partido Popular y UPyD, y en medio de estas aguas, el Partido Socialista que
parece inicia la recuperación de confianza de sus votantes. Si a esta mezcla de
partidos e ideologías le sumamos la cuota de votos que aportan otras fuerzas
que son fuertes en sus respectivas Provincias o Comunidades Autónomas, como
pueda ser el caso en Cantabria del Partido Regionalista, obtenemos una
miscelánea de tendencias e inquietudes que en algunos casos derivan en
ingobernabilidad en muchos entes. Este horizonte nos obliga a reflexionar de
nuevo sobre la idoneidad o no del bipartidismo, y la necesidad o no de nuevos
partidos.
Si
analizamos desde un punto de vista global los resultados, en primer lugar nos
sorprende que las listas más votadas no tengan la garantía de gobernar, ya que
los pactos y alianzas pueden conseguir que estas ocupen los sillones reservados
a la oposición, aunque para ello sean necesarios compromisos de dos, tres o más
partidos. Si aplicamos estos métodos a los partidos más votados obtenemos que beneficien
principalmente al Partido Socialista, ya que las posibilidades de acuerdos se
amplían debido al nutrido grupo de partidos de ideología de izquierda con los
que puede pactar. De la otra parte el Partido Popular restringe mucho las
posibilidades de acuerdos. Sin embargo merece una reflexión el hecho de que
partidos que no han tenido respaldo mayoritario en votos tengan opciones de
gobierno en contra de otras listas con mayor sustento.
Trasladando
esta reflexión a Cantabria, llama la atención que el Partido Popular, aun
siendo la lista más votada, tuviera tan claro que no iba a gobernar, y enfrente,
el Partido Regionalistase mostraba eufórico por se veía ganador del preciado
cetro que es el Gobierno Autonómico, aunque ello suponga un pacto tripartito y
la cesión de concesiones. En los Ayuntamientos las situaciones van a ser más
rocambolescas ya que en algunos casos rozaran la ingobernabilidad, sirva como
ejemplos los casos de Torrelavega o Santa Cruz de Bezana donde seránecesarioun
acuerdo de más de dos fuerzas para gobernar, por que la alternativa puede
suponer un caso similar al Parlamento Andaluz, donde llevan varias votaciones
para formar el gobierno.
Todas
estas situaciones reabren el debate sobre la denostada Ley Electoral vigente,
pues todas estas situaciones, pactos e incluso chantajes obturan la fluidez que
han de tener las Administraciones. Tendrían solución estos escenarios con un
modelo electoral de “segunda vuelta”, o bien una Ley que garantice gobernar a
la lista más votada. Otra situación que sería positiva podría ser un gran pacto
a nivel nacional de las dos fuerzas mayoritarias que permitiría gobernar en
todo el Estado Español. Esta última medida resulta utópica pese a ser un
ejercicio democrático ejemplar, con similitud al efectuado recientemente en
Francia y que podría dar seguridad a todas las Administraciones nacionales,
autonómicas o locales. En este sentido camina el ofrecimiento de la Presidenta
del Partido Popular Madrileño, Esperanza Aguirre, si bien el Partido Socialista
no recoge el testigo, no sé si por la impulsora de la medida o por que
gobernando con PODEMOS, IU, o cualquier otra fuerza de izquierdas recuperan
sillones en destinos que habían perdido o donde no habían gobernado.
De
todo esto subyace que tenemos por delante cuatro años de expectación e
incertidumbre con la atomización del poder y sobre todo despejar dudas con
relación al modelo de gobierno que sea más equitativo con los intereses de los
ciudadanos. El tiempo dirá…
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