27 mayo 2015

ES EL MOMENTO DE UN GRAN PACTO NACIONAL.
El mapa político que nos ha dejado las recientes elecciones del 24 de marzo, cuanto menos nos deja expectantes. De un lado la llegada de nuevas fuerzas políticas que irrumpen con mucha fuerza en la política nacional, siendo Ciudadanos y PODEMOS con sus variantes las que más notoriedad en forma de votos han cosechado.De otro lado el hundimiento de partidos consolidados como el Partido Popular y UPyD, y en medio de estas aguas, el Partido Socialista que parece inicia la recuperación de confianza de sus votantes. Si a esta mezcla de partidos e ideologías le sumamos la cuota de votos que aportan otras fuerzas que son fuertes en sus respectivas Provincias o Comunidades Autónomas, como pueda ser el caso en Cantabria del Partido Regionalista, obtenemos una miscelánea de tendencias e inquietudes que en algunos casos derivan en ingobernabilidad en muchos entes. Este horizonte nos obliga a reflexionar de nuevo sobre la idoneidad o no del bipartidismo, y la necesidad o no de nuevos partidos.
Si analizamos desde un punto de vista global los resultados, en primer lugar nos sorprende que las listas más votadas no tengan la garantía de gobernar, ya que los pactos y alianzas pueden conseguir que estas ocupen los sillones reservados a la oposición, aunque para ello sean necesarios compromisos de dos, tres o más partidos. Si aplicamos estos métodos a los partidos más votados obtenemos que beneficien principalmente al Partido Socialista, ya que las posibilidades de acuerdos se amplían debido al nutrido grupo de partidos de ideología de izquierda con los que puede pactar. De la otra parte el Partido Popular restringe mucho las posibilidades de acuerdos. Sin embargo merece una reflexión el hecho de que partidos que no han tenido respaldo mayoritario en votos tengan opciones de gobierno en contra de otras listas con mayor sustento.
Trasladando esta reflexión a Cantabria, llama la atención que el Partido Popular, aun siendo la lista más votada, tuviera tan claro que no iba a gobernar, y enfrente, el Partido Regionalistase mostraba eufórico por se veía ganador del preciado cetro que es el Gobierno Autonómico, aunque ello suponga un pacto tripartito y la cesión de concesiones. En los Ayuntamientos las situaciones van a ser más rocambolescas ya que en algunos casos rozaran la ingobernabilidad, sirva como ejemplos los casos de Torrelavega o Santa Cruz de Bezana donde seránecesarioun acuerdo de más de dos fuerzas para gobernar, por que la alternativa puede suponer un caso similar al Parlamento Andaluz, donde llevan varias votaciones para formar el gobierno.
Todas estas situaciones reabren el debate sobre la denostada Ley Electoral vigente, pues todas estas situaciones, pactos e incluso chantajes obturan la fluidez que han de tener las Administraciones. Tendrían solución estos escenarios con un modelo electoral de “segunda vuelta”, o bien una Ley que garantice gobernar a la lista más votada. Otra situación que sería positiva podría ser un gran pacto a nivel nacional de las dos fuerzas mayoritarias que permitiría gobernar en todo el Estado Español. Esta última medida resulta utópica pese a ser un ejercicio democrático ejemplar, con similitud al efectuado recientemente en Francia y que podría dar seguridad a todas las Administraciones nacionales, autonómicas o locales. En este sentido camina el ofrecimiento de la Presidenta del Partido Popular Madrileño, Esperanza Aguirre, si bien el Partido Socialista no recoge el testigo, no sé si por la impulsora de la medida o por que gobernando con PODEMOS, IU, o cualquier otra fuerza de izquierdas recuperan sillones en destinos que habían perdido o donde no habían gobernado.
De todo esto subyace que tenemos por delante cuatro años de expectación e incertidumbre con la atomización del poder y sobre todo despejar dudas con relación al modelo de gobierno que sea más equitativo con los intereses de los ciudadanos. El tiempo dirá…


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